La reciente catástrofe, con las intensas lluvias en la zona centro-sur del país, dejó un nuevo recordatorio de lo vulnerable que son las ciudades. Sin embargo, de manera automática surge un accionar que se repite como mantra en cada desastre: «la solidaridad del chileno». Y es que no es nuevo ver cómo la sociedad civil en su conjunto se reúne, incluso sin ponerse de acuerdo, para ayudar a quienes lo están pasando mal.
Aquí identificamos un ejemplo de «Capital Social«. Este concepto lo definimos como «el potencial de una comunidad para alcanzar objetivos compartidos mediante redes basadas en la confianza, la colaboración y la asociatividad, que promueven el bienestar de las personas y un desarrollo sostenible».
Si bien son diversos los beneficios del trabajo en equipo entre instituciones, a nivel regional, existen ejemplos puntuales de esta práctica. Lo ocurrido durante la pandemia del Covid-19 en nuestro país, fue un fiel reflejo de los frutos del «Capital Social». Lo anterior, gracias a que la colaboración, a veces forzada, entre la salud privada y pública logró contener a cientos de pacientes que necesitaban atención de urgencia para salvar sus vidas. En este contexto, como programa FIC «Fortalecimiento del Capital Social de Jóvenes» financiado por el Gobierno Regional del Biobío, buscamos estudiar, visibilizar y potenciar el desarrollo del «Capital Social», como una fórmula de éxito, frente a las problemáticas de esta nueva era. De esta forma se permitiría ampliar las posibilidades de acuerdos y trabajo colaborativo, entre los agentes de la economía, no solo frente a los desastres, sino que en cualquier ámbito imaginable.