La colaboración entre diferentes grupos de personas en una comunidad se conoce como «Capital Social». Es una medida que evalúa cómo nos relacionamos, confiamos y colaboramos unos con otros, y cómo eso nos beneficia de manera individual y colectiva.
El «Capital Social» se basa en cuatro aspectos principales: el afecto que sentimos hacia los demás, la confianza mutua que desarrollamos, las normas que establecemos para una convivencia efectiva y las redes sociales que creamos. Estas redes pueden ser amistades, contactos profesionales o cualquier tipo de relación que fomente la colaboración y el intercambio de oportunidades.
Es importante destacar que el «Capital Social» no se limita únicamente a lo que sabemos o a nuestras habilidades individuales, sino también a las personas que conocemos y a las conexiones que establecemos. En palabras simples, no solo importa lo que sabes, sino a quién conoces y cómo te relacionas con los demás.
Aunque el término «Capital Social» puede resultar desconocido para muchas personas, su importancia es reconocida en diferentes áreas. Por ejemplo, en la formulación de políticas, algunas organizaciones toman en cuenta el valor de las redes sociales para promover el bienestar colectivo. Incluso instituciones como el Banco Mundial han empezado a considerar este aspecto, aunque todavía existen algunas reservas en su aplicación concreta.